lunes, 23 de febrero de 2015

EL CONEJITO ABUSIVO

En un gran bosque vivían un topo y un conejo; ellos eran muy amigos: siempre jugaban juntos y se divertían mucho, pero el Conejito era un poco abusivo con su amigo Topo, ya que cada vez que tenía que hacer un trabajo le decía a su compañero:
-¡Ay, ay amigo Topito, me duele mucho el diente, me siento muy mal!, ¿puedes tú recoger las zanahorias?
-Claro que sí - contestaba el Topo y de muy buen agrado se ponía a trabajar.
Cuando ya había terminado de recoger todas las zanahorias,el Conejito se las llevaba a su mamá diciéndole:
"Estoy muy cansado". Su mamita, quien no imaginaba que el que trabajaba era el Topito, recompensaba al Conejito dándole mucho cariño y además preparándole ricos dulces.
Un día, la maestra de la escuela les encomendó recoger muchas flores para adornar  su salón, ya que se celebraba la  fiesta de la amistad.
El Conejito y el Topito salieron muy entusiastas corriendo por el prado,pero cuando llegaron a la parte más florida, el Conejito comenzó a quejarse:
-¡Ay mi patita,  ay mi  patita!
-¿Qué te pasa? -preguntó el Topo
-Es que me he doblado la patita y no puedo caminar.
Entonces el Topito, que era muy bueno, recogió todas las flores solito y, cuando estaban cerca de la escuela, el Conejito dijo:
-Ya me siento mejor; déjame ayudarte a llevar las flores.
Apenas el Topito se las dio, salió corriendo y llegó hasta donde la maestra, entregándole el gran ramo.
La maestra, sin saber lo  que había ocurrido, felicitó al Conejito delante de todos los  alumnos; y al Topito, que había llegado con las manos vacías, le llamó la atención por su falta de colaboración
El Topito se puso muy triste, pensó que los abusos de su amigo ya habían llegado demasiado lejos y decidió darle una lección.
A la mañana siguiente cuando la mamá del Conejito le pidió que fuera al bosque a recoger leña, el  Topito como siempre se ofreció a ayudarlo, cuando iban llegando como  otras veces, el Conejito se quejó:
-¡Ay, ay,, ay! ¡Mi colita, mi colita!
-¿Qué te pasa, amigo? -preguntó el Topito como si le creyera.
-Me he pinchado la colita y no puedo trabajar.
Entonces, el Topito se fue lo más lejos que pudo y comenzó a llenar el saco con el estiércol que encontraba en el camino.
Ya de regreso y cerca de la casa del Conejito, éste le dijo:
-Ya me siento mejor, te ayudaré a cargar el saco de leña.
Y como siempre apenas lo tuvo, partió a la carrera rumbo a su casa, llegó a ésta y le dijo a
-Mamita, aquí te traigo la leña.
Cuando  la mamá Coneja fue a sacar la leña del saco y  se encontró con el  estiércol, preguntó al Conejito:
-¿Tú mismo has llenado este  saco?
-Sí  mamita  y por eso  estoy muy cansado
La mamá Coneja se  molestó mucho con el Conejito y lo castigó sin darle dulces de zanahoria ni poder salir a jugar al prado por una semana.
El Conejito, al darse cuenta de lo  que había hecho el Top, se puso furioso con él, pero  después comprendió que se merecía la lección y que la amistad debe ser sincera.
Apenas terminó la semana de castigo, el Conejito fue corriendo a buscar a su amigos, para pedirle perdón por haber sido tan abusivo y para ofrecerle su verdadera amistad.




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