martes, 31 de diciembre de 2013

TENGAMOS UN MUY FELIZ 2014 !!!!



Sea este año para todos nosotros oportunidad de recobrar ese niño que adormecido por el día a día espera paciente que lo despertemos, no hay nada mas placentero que abrirle las puertas y ventanas al corazón., alejando las vicisitudes, lo ajeno al amor...Sintamos la tibieza de poder mirar en paz lo que nos rodea, devolvamos la risa a los demás, luego de las tempestades siempre sale el sol, y recordemos...los tropiezos, los supuestos problemas solo nos templan la fortaleza, miremos los momentos de caos, de donde los sismos nos han aparentemente sucumbido,  en esos justos instantes es donde encontramos lo perdido,  tomamos medidas de lo que en verdad necesario, buscamos edificar con mejores materiales nuestro futuro a sabiendas que somos solo aliento de vida.
Recobremos en los cuentos nuestra historia,  entendámonos en ellos...nuestras emociones, pasiones...al ser humano que no se rinde.

Feliz 2014, en bendiciones.

viernes, 27 de diciembre de 2013

El Gran Palacio de la Mentira

 por 

Todos los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el de la verdad y el de la mentira. 
Los ladrillos del palacio de la verdad se creaban cada vez que un niño decía una verdad, y los duendes de la verdad los utilizaban para hacer su castillo. 
Lo mismo ocurría en el otro palacio, donde los duendes de la mentira construían un palacio con los ladrillos que se creaban con cada nueva mentira. 
Ambos palacios eran impresionantes, los mejores del mundo, y los duendes competían duramente porque el suyo fuera el mejor.
Tanto, que los duendes de la mentira, mucho más tramposos y marrulleros, enviaron un grupo de duendes al mundo para conseguir que los niños dijeran más y más su palacio se fue haciendo más grande y espectacular.
Pero un día, algo raro ocurrió en el palacio de la mentira: uno de los ladrillos se convirtió en una caja de papel. 
Poco después, otro ladrillo se convirtió en arena, 
y al rato otro más se hizo de cristal y se rompió. 
Y así, poco a poco, cada vez que se iban descubriendo las mentiras que habían creado aquellos ladrillos, éstos se transformaban y desaparecían, de modo que el palacio de la mentira se fue haciendo más y más débil, perdiendo más y más ladrillos, hasta que finalmente se desmoronó.
Y todos, incluidos los duendes mentirosos, comprendieron que no se pueden utilizar las mentiras para nada, porque nunca son lo que parecen y no se sabe en qué se convertirán.

Fiorina y Pionina, las hadas tímidas

por 



Cuando viajas al país de las hadas y preguntas quién ha sido el hada más bella de la historia, todos responden sin dudarlo que Pionina. Todos, menos la propia Pionina, que mueve la cabeza y piensa en silencio en su hermana Fiorina.

Nadie la ha conocido aún, pero Fiorina era claramente la más bella de las dos hermanas. Ambas nacieron de una misma gota de rocío grande y perfecta, y compartieron su vida dentro de una misma flor durante años. Y es que eran tan tímidas, que ni siquiera se atrevían a salir al mundo. Como no conocían otras hadas, se preguntaban si serían bellas o feas, listas o tontas, afortunadas o desgraciadas. Y tanto y tan a menudo lo pensaban, que terminaron estando convencidas de lo feas, tontas y desgraciadas que eran, de modo que no se atrevían a abandonar su confortable florecilla, y se dedicaban a lamentar su desgracia. ¿Cómo iban a presentarse al mundo siendo tan desastrosas? ¿Qué les dirían los demás? ¿Y si las rechazaban o se reían de ellas?

Hasta que un día, Pionina consiguió reunir el valor suficiente para salir de la flor. "No tengo la culpa de ser tan horrorosa", se dijo, "trataré de ser amable y alegre, así puede que perdonen mis defectos", pensaba ya decidida a salir. Pionina trató por todos los medios de conseguir que su hermana fuera con ella, pero Fiorina no se sentía capaz de superar su timidez, y aunque se moría de ganas por salir, decidió quedarse tranquila en la flor...

Cuando Pionina abandonó su flor y comenzó sus acrobáticos vuelos, un brillo especial envolvió el inmenso campo de flores del que formaba parte su casa. Al ver aquella luz, cientos de hadas salieron de sus flores para verla, y todas y cada una contemplaron admiradas la más bella hada que nunca hubieran conocido. Se armó un enorme revuelo alrededor de Pionina, y en unos minutos se convirtió en la más famosa de las hadas por su belleza, inteligencia y fortuna.
Pionina corrió a avisar a su hermana de lo equivocadas que habían estado durante años, pero no supo regresar a su flor. En aquel campo había tantos cientos de miles de flores tan iguales, que Pionina no podía distinguir dónde había vivido. Buscó y buscó, pero no consiguió dar con Fiorina.

Y allí sigue Fiorina, escondida en su flor, llena de miedo, pensando que podría ser la más horrible de las hadas, sin saber que, si algún día se decide a salir y mostrarse tal y como es, todos verán en ella la más afortunada y bella de todas las hadas.

Las princesas del lago

Autor.. 

Había una vez dos bellas princesas que siendo aún pequeñas, habían sido raptadas por un rey enemigo. Éste había ordenado llevarlas a un lago perdido, y abandonarlas en una pequeña isla, donde permanecerían para siempre custodiadas por un terrible monstruo marino.

Sólo cuando el malvado rey y su corte de brujos y adivinos fueron derrotados, pudieron en aquel país descubrir que en el destino estaba escrito que llegaría el día en que un valiente príncipe liberaría a las princesas de su encierro.

Cuando el viento llevó la noticia a la isla, llenó de esperanza la vida de las princesas. La más pequeña, mucho más bella y dulce que su hermana, esperaba pacientemente a su enamorado, moldeando pequeños adornos de flores y barro, y cantando canciones de amor.

La mayor, sin embargo, no se sentía a gusto esperando sin más. "Algo tendré que hacer para ayudar al príncipe a rescatarme. Que por lo menos sepa dónde estoy, o cómo es el monstruo que me vigila." Y decidida a facilitar el trabajo del príncipe, se dedicó a crear hogueras, construir torres, cavar túneles y mil cosas más. Pero el temible monstruo marino fastidiaba siempre sus planes.

Con el paso del tiempo, la hermana mayor se sentía más incómoda. Sabía que el príncipe elegiría a la pequeña, así que no tenía mucho sentido seguir esperando. Desde entonces, la joven dedicó sus esfuerzos a tratar de escapar de la isla y del monstruo, sin preocuparse por si finalmente el príncipe aparecería para salvarla o no.
Cada mañana preparaba un plan de huida diferente, que el gran monstruo siempre terminaba arruinando. Los intentos de fuga y las capturas se sucedían día tras día, y se convirtieron en una especie de juego de ingenio entre la princesa y su guardián. Cada intento de escapada era más original e ingenioso, y cada forma de descubrirlo más sutil y sorprendente. Ponían tanto empeño e imaginación en sus planes, que al acabar el juego pasaban horas comentando amistosamente cómo habían preparado su estrategia. Y al salir la luna, se despedían hasta el día siguiente y el monstruo volvía a las profundidades del lago.

Un día, el monstruo despidió a la princesa diciendo:
- Mañana te dejaré marchar. Eres una joven lista y valiente. No mereces seguir atrapada.
Pero a la mañana siguiente la princesa no intentó escapar. Se quedó sentada junto a la orilla, esperando a que apareciera el monstruo.
- ¿Por qué no te has marchado?

- No quería dejarte aquí solo. Es verdad que das bastante miedo, y eres enorme, pero tú también eres listo y mereces algo más que vigilar princesas. ¿Por qué no vienes conmigo?
- No puedo- respondió con gran pena el monstruo-. No puedo separarme de la isla, pues a ella me ata una gran cadena. Tienes que irte sola.

La joven se acercó a la horrible fiera y la abrazó con todas sus fuerzas. Tan fuerte lo hizo, que el animal explotó en mil pedazos. Y de entre tantos pedacitos, surgió un joven risueño y delgaducho, pero con esa misma mirada inteligente que tenía su amigo el monstruo.

Así descubrieron las princesas a su príncipe salvador, quien había estado con ellas desde el principio, sin saber que para que pudiera salvarlas antes debían liberarlo a él. Algo que sólo había llegado a ocurrir gracias al ánimo y la actitud de la hermana mayor.
Y el joven príncipe, que era listo, no tuvo ninguna duda para elegir con qué princesa casarse, dejando a la hermana pequeña con sus cantos, su belleza y su dulzura... y buscando algún príncipe tontorrón que quisiera a una chica con tan poca iniciativa.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Imposibles (en torno a la navidad)

Aquel hombre creía que todo se vendía y que todo se compraba. 
Un día su esposa le dio un hijo y el hombre esperó con impaciencia a que el tiempo le diera al niño la capacidad de pedirle muchas cosas y a él la satisfacción de enseñarle a negociar todos y cada uno de sus antojos.

Llegado el momento, el hombre lo invitó a que le presentara una lista de 12 solicitudes, una por cada mes . 


El niño pidió:
1.- El telón de los atardeceres.
2.- La clave de sol.
3.- Un aerolito.
4.- Las cosquillas que sintieron en la boca de los estómagos los astronautas que descendieron por primera vez en las praderas de la luna.
5.- El bosque de los abrazos.
6.- Un curso de idiomas para saber qué dicen con su baile de colas los perros.
7.- Las lenguas de agua que murmuran en los troncos de los árboles.
8.- Las palabras fosforescentes que cantan en los ojos de los gatos.
9.- La corriente eléctrica generada por los besos.
10- Un ratón de computador que le enseñe a evitar las ratoneras de las respuestas y que en cambio lo conduzca siempre al queso de las preguntas.
11- Y un poco del sonido del mar con la posibilidad de colocarlo en el interior de una concha de caracol.

12- El beso del alba.




El hombre no supo qué hacer porque esas cosas no las vendían en ninguna parte.

Su mujer, entonces, lo llevó de la mano al almacén de la infancia, donde comprobó que allí si las podía encontrar.

(Jairo Anibal Niño. Poeta Colombiano) 

martes, 10 de diciembre de 2013

TRES CUENTOS DE NAVIDAD



Belén, Iquitos.


Los niños de Belén saben que en Navidad no hace frío y que nunca caerá nieve. Saben además que es muy poco probable que Papá Noel se aparezca por allí. Sus gruesas ropas de felpa roja se convertirían en un inevitable lastre para el pobre viejo de enormes barbas blancas. El intenso calor le incomodaría, y su cuerpo grande y obeso sería un banquete exquisito para los miles de zancudos que habitan en esos oscuros y húmedos intersticios que hay entre sus casas de madera y el río.

Para Noche Buena los niños de Belén han pedido en sus rezos que no llueva, que el río no crezca, y si fuera posible, que alguien del barrio de Belén se pueda disfrazar de Papá Noel para que su Navidad se parezca a la Navidad de esos otros niños que tienen lo que ellos no tienen.

Ahora el cielo se muestra estrellado. Los niños de Belén saben que cada una de esas estrellas es un regalo para ellos. Su cena a base de yuca será especial sólo porque se trata de la Navidad. Al día siguiente y el subsiguiente seguirán comiendo lo mismo. Mientras cenan, logran oír el ruido de una campanita que poco a poco se va acercando. Los niños de Belén no pueden ocultar su alegría a pesar de saber muy bien que no se trata de Papá Noel, pero por ser Navidad harán de cuenta que sí se trata de él.


Altiplano, Puno


Los niños del Altiplano han pedido de regalo de Navidad que este año que viene el invierno no sea tan despiadado con ellos ni con sus familiares. Sólo este año que pasó muchos perdieron a sus amiguitos por culpa de esas enfermedades que surgen cuando llega el invierno. Sus precarios salones de clases poco a poco fueron abandonados por algunos alumnos que luego tuvieron que ser velados ante el dolor de sus padres y profesores. Por eso en Noche Buena piden que la vida y la salud no les sean esquivas a sus cortas edades.

Los niños del Altiplano han cenado papas hervidas y un caldo de chuño. Luego han salido a ver la noche que no es oscura sino azul. Completa la belleza de esa noche Navideña el hecho de que se logran ver las luces de todas esas innumerables casitas distanciadas. Esas luces no son más que el fuego vivo de sus hornillas y las velas que los ilumina.

Los niños del Altiplano han soltado a su pequeño ganado para tener esa imagen de los nacimientos tradicionales que todos tienen en sus hogares. Todos menos ellos. Por eso adoran a sus vicuñitas. Las cargan y les hablan. Les dicen que al igual que ellos no se pueden morir en el invierno que viene. Las vicuñitas los oyen y emiten ciertos ruidos que se van expandiendo con ese fuerte viento que silba a lo largo de toda la Puna. Esos pequeños ruidos poco a poco se van transformando en una voz que se distingue en sus oídos.

Cusicuni Chay Pumchaupi, logran oír. Y los niños del Altiplano inmediatamente sonríen. Ahora saben que su pequeño ganado y ellos sobrevivirán al nuevo invierno que se viene. Ese es su regalo de Navidad.


Huaycán, Lima


Los niños de Huaycán no tienen agua, tampoco tienen luz. No tienen árbol de Navidad ni lucecitas de colores. Tampoco cenarán pavo. Lo que tienen es una vieja lámpara de querosene que a duras penas los ilumina. En esa poca luz los niños de Huaycán se distinguen entre ellos comiendo un pedazo de panetón y tomando un poco de chocolate caliente en una vieja taza despostillada.

Mientras cenan, los niños de Huaycán hablan entre ellos y se cuentan lo que algún día sueñan tener como regalo de Navidad. Unos quisieran tener una bicicleta, pero antes que una bicicleta ellos prefieren tener una vereda por donde manejar sus bicicletas. Otros quisieran tener una pelota, pero antes que una pelota ellos prefieren tener un parque o una loseta deportiva donde jugar. Algunos quisieran tener una piscina para pasar el verano, pero el agua apenas les alcanza para cocinar y lavarse. También les gustaría tener un televisor pero la electricidad no existe para ellos. Muchos quisieran un libro con ilustraciones pero tampoco saben leer.

Los niños de Huaycán terminan de cenar y salen a ver a lo lejos la ciudad de Lima. Todo se encuentra iluminado como un gran nacimiento. De pronto unos enormes fuegos artificiales salen de lo alto del cerro donde viven y se estrellan en el cielo. Ellos los observan encandilados. Admiran la luz y la belleza de esos fuegos artificiales que se muestran sobre sus cabezas, sobre sus casas, sobre su cerro, sobre toda su ciudad. Para los niños de Huaycán todo ese espectáculo les parece un sueño, como todo lo que sueñan tener en Navidad.

El Niño Manuelito




Bueno esta historia sucedió en Ollantaytambo (Cusco), cuentan que en esos tiempos (de hacendados y todo) vivía un niño que era pastor y que siempre hilaba su lana al atardecer, y toda la noche tejía ponchos para que su mamá los vendiera, cierto día el niñito estaba hilando su lana y en eso se le aparece otro niño de tez clara y cabellos dorados y le propone ir a jugar, pero el pastorcito no acepto, el niño le insistió cada vez mas y al final se fueron a jugar juntos, pero al anochecer el pastorcito le dijo al niñito;
-Ay niñito, ahora como no he hilado la lana mi mamá me va a pegar 
-No te preocupes, le dijo el niñito, yo te ayudaré.
Dicho esto, el niñito tomo la lana y se la dio de comer a una oveja, y esta la comió toda viendo este suceso increíble el pastorcito dijo:
- ¿Y ahora como saco la lana?
El niñito le mostró como (sacándola por atrás de la oveja), el pastorcito muy agradecido se fue y quedaron con el niñito para verse para jugar.
Al llegar a su casa el pastorcito le entrego la lana a su mamá, esta se preguntaba ¿por qué la lana hilada era de mejor calidad que las anteriores veces?, con temor de que el pastorcito estuviese "pagando" con ovejas el trabajo de un experto, sus padres fueron a espiarlo, y lo vieron jugando al pastorcito con el niñito, y luego vieron como hilaban la lana,
sorprendidos los padres fueron donde el sacerdote que propuso atrapar al niñito y preguntarle como hacia a la oveja comer  la lana.
Un día se reunió toda la comunidad y lo atraparon en la iglesia, pero siempre se escapaba, así que decidieron amarrarlo con sogas sus pies y manos, al día siguiente los pobladores fueron a verlo a la iglesia y en vez del niño lo que encontraron fue un cristo de madera con las manos y pies atados.

¿Qué les parecio?, el niño Manuelito aveces se escapa y va a jugar con los niñitos mas pobres haciendoles milagros y dandoles alegria en navidad

El gigante Milzinas.



En el lejano, lejanísimo país de Tirbronac, más allá del lejano, lejanísimo mar y las lejanas, lejanísimas montañas, junto a un enorme, enormísimo bosque, existía hace mucho, muchísimo tiempo 
una pequeña y hermosa ciudad llamada Tuznigrad.

Durante todo el año Tuznigrad era una ciudad bastante alegre, sus habitantes paseaban, sonreían, los niños jugaban, se celebraban algunas fiestas populares…
Vamos, lo normal en cualquier ciudad de cualquier país de cualquier mundo. Pero cuando llegaba el invierno la cosa cambiaba mucho, muchísimo en aquella pequeña ciudad y todo el mundo se ponía mustio, triste y muy serio. Desaparecían los colores, desaparecían las risas, desaparecían las ganas de pasear y la gente pasaba tantísimo tiempo metida en sus casas que la ciudad -cubierta de nieve y silenciosa- parecía deshabitada.
La culpa de todo esto la tenía un gigante malhumorado que desde hacía muchos, muchísimos años (tantos que la ciudad aún no era ciudad) pasaba el invierno en un gigantesco palacio no muy lejos de Tuznigrad. Este gigantesco gigante se llamaba Milzinas y no soportaba ver a los demás pasándolo bien, sobre todo cuando llegaba La navidad y todo se llenaba de luces, decoraciones brillantes y la gente iba de acá para allá cantando y riendo.
Milzinas se ponía tan pero tan furioso que empezaba a lanzar grandes rocas y enormes árboles contra la ciudad. Por eso, en cuanto los guardias que vigilaban los caminos daban aviso de que el gigante Milzinas estaba llegando a su palacio, los habitantes de Tuznigrad se metían en sus casas y pasaban el invierno encerrados, hablando en susurros y casi a oscuras.
Pero Vrolike ya estaba harto de esconderse y de no poder reírse. Vrolike quería celebrar la Navidad como antes, y que las calles se llenaran de luces, y que viniera la feria, y cantar villancicos y salir a pasear, y todas esas cosas que no podían hacer por culpa del gigante. De modo que un día se puso su camiseta, su jersey, sus calcetines, sus botas, su abrigo, su gorro de lana y sus guantes, cogió la merienda y se puso en marcha rumbo al palacio donde vivía Milzinas dispuesto a convencer al gigante de que no fuera tan gruñón y rezongón.


Cuando Vrolike llegó al gran palacio se quedó con la boca muy abierta al ver lo enorme, enormísimo que era aquello: no podía ver las ventanas más altas porque quedaban entre las nubes ni podía ver dónde estaban las esquinas del palacio porque casi se perdían en el horizonte.
Aquel lugar era impresionantemente impresionante y gigantescamente gigante.
Vrolike, aún con la boca abierta, comenzó a andar hacia la puerta y, una vez allí, no le costó encontrar una grieta por la que colarse y entonces descubrió que, por dentro, el palacio era aún más gigantesco e impresionante que por fuera. Todo brillaba, todo relucía, todo era inmensamente inmenso. Tan concentrado estaba Vrolike con todo lo que veía que ni se enteró de que no se enteró de que Milzinas estaba allí hasta que el gigante lo cogió y lo levantó hasta su cara.
-¿Quién haces en mi casa, enano? -dijo Milzinas con una voz de trueno que obligó a Vrilikas a taparse los oídos.
-Yo… -dijo Vriloke tragando saliva- Yo… quiero hablar contigo.
-Pues yo no estoy interesado en hablar contigo -volvió a tronar Milzinas mientras se sentaba en la gran mesa del comedor.
-¿Vas a… Vas a comerme? -preguntó Vriloke temblando.
-¿Comerte? -respondió el gigante con cara de asombro- ¿Con lo mal que me sientas los niños? Jojojojojo… No, sólo te voy a dejar aquímientras tomo mi cena y pienso qué hacer contigo.
Y Milzinas puso un cordel en el tobillo de Vriloke y luego ató el cordel a una taza gigantesca.
-Así no te escaparás -dijo el gigante.
-Ya que estoy aquí podríamos hablar ¿no? -dijo Vriloke.
-Muy bien, habla y déjame en paz.

Y Vriloke habló sobre el invierno, sobre la Navidad, sobre las luces, los adornos, las canciones y la alegría. Y habló Vriloke de los tristes que estaban todos, especialmente los niños, desde que él había obligado a todos a pasar el invierno ocultos y silenciosos. Y, finalmente, con mucho cuidado, se atrevió a preguntarle a Milzinas por qué se ponía tan furioso cuando ellos reían y cantaban.
Milzinas lo escuchó todo muy serio y sin levantar la cabeza del plato en que comía. Cuando Vriloke acabó lo miró, le tocó a él hablar. Y contó que él, Milzinas, era el último gigante en todo el país de Tirbronac, que no tenía familia ni amigos y que ni siquiera sabía dónde podía haber más gigantes y que eso lo hacía sentirse muy solo.
-Por eso me molesta veros disfrutar de la compañía de vuestra familia y vuestros amigos. Y me molesta oíros reír y cantar. Y me fastidia veros tan felices mientras yo estoy aquí tan solo.
-¿Y no has pensado -preguntó Vrolike- que podrías venir con nosotros a pasar el invierno y disfrutar de la Navidad? ¿Que podrías ser nuestro amigo aunque no seamos gigantes como tú?
-Nadie querría ser amigo de un gigante gruñón como yo -respondió Milzinas con cara triste.
-Yo sí querría -dijo Vrolike-, y seguro que hay mucha gente que querría si, en lugar de tirarnos cosas y gritarnos, te acercaras a nosotros y fueras amable.
-No sé -dudó Milzinas.
-Vamos, por probar…
Y Milzinas aceptó. Desató a Vrolike y se lo metió en un bolsillo. Luego fue al desván y bajó una enorme, enormísima caja llena de enormes, enormísimos adornos navideños y unas enormes, enormísimas luces y, por último, fue al bosque y arrancó el abeto más grande que encontró. Finalmente, con Vrolike en el bolsillo, la caja bajo un brazo y el abeto al hombro, Milzinas puso rumbo a Tuznigrad.
Los habitantes de la ciudad que lo vieron llegar se asustaron muchísimo, convencidos de que el gigante, finalmente, había decidido destruirlos pero Milzinas entró en la ciudad y no pasó nada, al contrario, caminaba con muchísimo cuidado procurando no pisar ni derribar nada.


El gigante se dirigió a la plaza mayor de la ciudad y, una vez allí, volvió a plantar el enorme, enormísimo abeto justo en el centro de la plaza y luego, con mucho cuidado, se puso a decorarlo.
Al ver que no pasaba nada, los vecinos de Tuznigrad fueron yendo a la plaza para ver qué ocurría y, cuando veían al gigante, decorar el árbol y bromear con Vrolike, se quedaban con la boca abierta.
Al poco rato los niños corrían bajo el árbol, se subían a los zapatones del gigante, trepaban por sus piernas y alguno tuvo que quitarse Milzinas de las barbas por miedo a que se cayeran y se hicieran daño. Los adultos tardaron un poco más pero ellos también acabaron uniéndose a la pequeña fiesta y cuando, por fin, el árbol estuvo adornado y se encendieron las luces, todos exclamaron un maravillado:
-¡OOOOOOOOOOOOOOH!
El árbol era precioso, las luces iluminaban toda la ciudad de dorado, rojo, azul, verde y todos los habitantes de la ciudad de Tuznigrad se sintieron tan felices que decidieron celebrar una fiesta. Unos trajeron comida, otros bebida, otros trajeron instrumentos musicales y todos, todos, llevaron risas y alegría.
Pero el más feliz de todos ellos era, sin duda, el gigante Milzinas que, así, de golpe y porrazo, y tan sólo por acercarse a ellos con el corazón, había conseguido el maravilloso regalo de la amistad.
Por eso, esa noche de Navidad, la risa de Milzinas, el gigante, resonó por la ciudad, recorrió el bosque y rebotó hasta las montañas…
Fin

domingo, 8 de diciembre de 2013

LA RANA JUANA

Cuento : El Origen de las Razas - Flor canales Bastidas




El origen de las razas
(Leyenda indígena - Colombia)


Los indígenas cuentan que existía un río de leche, y todos los seres humanos eran negros. 
Un primer grupo se acercó al río y se bañó en él. Al salir, su piel había perdido el tono original y se mostraba blanca; de allí salió la raza blanca. 
Al retirarse, las aguas del río habían perdido su tono original. 
Más tarde, otro grupo se acercó y se bañó en él y salieron los orientales (raza amarilla), que quedaron de ese color porque el agua había quedado un poco sucia. 
Al retirarse, el agua se encontraba con un tono bastante lejano al blanco original. 
Llegó otro grupo y se bañaron el el río de leche ya sucio, y de él surgió la raza indígena; ya con piel más oscura porque no alcanzaron a blanquearse del todo debido a la suciedad del río. 
Al bañarse ellos quedó muy poca leche limpia, y el último grupo, sólo alcanzó a sumergir la planta de los pies y la palma de las manos; de ese grupo salió la raza negra.



Niña bonita.wmv




LA NIÑA BONITA
versión de 
Flor Canales Bastidas
(Perú)

Había una vez, una niña bonita, pero muy bonita, hace mucho tiempo atrás, y esta niña era tan bonita, pero tan bonita que la gente del pueblo cuando la veía pasar le gritaba: ¡Hay llega la niña bonitaaaa! y todo el pueblo salia por las ventanas y se cruzaba de brazos y otros salían a las puertas solo por el placer de verla pasar, y es que esta niña era tan hermosa, que tenía dos ojos como todos, pero diferentes a los del resto porque los de ella parecía dos uvas negras, lustrosas como recién bajaditas del árbol, y tenía unos cabellos ondulados como amazona que le caían mas allá de la cintura, y una piel lustrosa y negra que brillaba cual pantera cuando juega con el agua. Era tan bella esta niña que todo el pueblo sabía de ella, y era admirada por todos, pero por sobre todo por uno...Por un pequeño conejo., un conejo blanquito, con ojos rojos y hocico tembloroso, que cada vez que la veía a la niña bonita se ponía a divagar ...Cuando yo sea papá, quiero tener una hija negrita, negriiita como la niña bonita. Y este sueño hizo que él diera un paso de avance y se fuera donde la niña bonita y le preguntara  -¿Niña bonita, niña bonita cuales tu secreto para ser tan negrita?
Y la niña bonita con ese quiebre que tienen las negras que se saben guapas, lo quedó mirando entre una subida y bajada de pestañas le dijo: - Ay yo no se, yo no se, yo creo que a mí de chiquitita me vaciaron un pomito de tinta negra y así quedé, así quedé negrita, así quedé. 
El conejo ni bien escuchó eso, se fue a la tienda mas cercana y se compró el frasco mas grande de tinta negra, se lo vació encima por arriba por abajo, para que todo quede bien y una vez que estuvo allí negrito, salió paseando por toda la calle para lucir esa negrura, y en todo lo mejor del paseo un aguacero le cayó, y toda la negrura se le fue al suelo, que avergonzado se fue tapando hasta su casa.y una vez que se secó nuevamente empecinado se fue ne busca de la niña bonita, y le dijo - -¿Niña bonita, niña bonita cuales tu secreto para ser tan negrita?  La niña nuevamente, riendo para sus adentros de verlo todo mojado, le dijo :  Ah yo no se, ah yo no se, yo creo que de bien chiquitita me hicieron tomar café. me hicieron tomar café, café, café...y así negrita quedé.
Entonces el conejo ya que sabía el truco de la niña bonita, se fue a su casa y cogió la jarra mas grande que tenía, le echo harto café, el más cargado que pudo y se puso a tomarlo, a tomarlo y a tomarlo...y toda la noche se la pasó despierto yendo al baño cada 5 segundos para hacer pipi, pero negro, no quedó, así que él que era empecinado fue nuevamente fue en busca de la niña bonita y le dijo  - ¿Niña bonita, niña bonita cuales tu secreto para ser tan negrita?. La niña bonita que lo miraba todo acelerado, se empezó a reír,  y le dijo - Ay yo no se, ay yo no se, yo creo que a mi de chiquitita me hicieron comer la uva negra purita, y así quede, así quede, así quedeé.
El conejo ni bien escuchó eso se fue corriendo al mercado y entre todas las frutas vio la uva negra mas oscurita, se cogió un canastón y se fue para su casa, se comió un racimo, se comió otro, y así hasta que acabó...embotado, se miró y se dio cuenta que la negrura no le llegaba ni a la puntita del pie.y lo único que logró es ir la baño cada 5 segundos para hacer popo. Pero como era terco y quería saber como lograr la negrura de repente se fue a buscar a la niña bonita,  y qué le pregunto? 
 -¿Niña bonita, niña bonita cuales tu secreto para ser tan negrita?.
Y la niña bonita que se empezó a reír nuevamente, estaba apunto de inventarle una mentira, cuando la madre de esta entro, la madre de ella vio al conejo con esa gran pregunta, y ella le contestó. - Ay conejo,  eso no es ningún secretito,  esa negrura es sabrosura, esa negrura es de una abuela mía, que a mí me dio y a la negrita heredé, 
El conejo que era bobo pero no tanto, se puso a mirar en la sala, todos esos retratos familiares, y vio la foto de la abuela, que tenia una negrura tan pura, vio a la madre que tenia esa negrura sabrosura, y vio a la niña bonita, y entendió que si él quería tener una conejita tan bonita y tan negrita como la niña bonita, tenia que casarse con una coneja negrita. Y no pasó mucho tiempo cuando al pueblo llegó una coneja negra como la noche, que con ese quiebre lo impactó, y valgan verdades que la coneja lo miró al conejo blanco y como las cosas extrañas causan admiración...vio que por ahí podría surgir algo...así que los conejos se casaron y empezaron ha hacer lo que los conejos mejor hacen bien, conejitos,  y tuvieron para todos los gustos, tuvieron blanquitos como la leche, tuvieron plomitos, blanquitos manchados con negro,  y negritos manchado con blanco, y de todititos la mas chiquita fue una conejita megrita, megritiiita a la cual él le decía mi niña bonita, y dicen que esta coneja se pasea por el pueblo con ese quiebre que tiene la negrura pura, y cada vez que le preguntan de donde lo heredó, ella les contesta que una abuela, y una madre se lo heredó. 

sábado, 7 de diciembre de 2013

Hidratación Laringea

Ejercicios para la colocación de la Voz

Ejercicios de Chi Kung : El Pulmón -- por ChiKung-QiGong.com

Ejercicios QiGong Para Pulmon: Asma Bronquial (Por ChiKung-QiGong.com)

Como ampliar tu capacidad pulmonar

Ejercicio para entrenar el diafragma, nivel avanzado

Ejercicios del diafragma

Ejercicio para entrenar el diafragma

Calentamiento de la Voz (calentamiento vocal)

Respiración

respiracion diafragmatica.flv

LA BUFANDA ROJA


"Freiz Navad". Eso es lo que oí cuando abrí nuestra puerta trasera aquella mañana de Navidad.




Un muy joven David L. Eppele estaba deslumbrado por la luz navideña, el árbol y los regalos. Yo estaba justamente en las que probablemente serían las mejores navidades que un 7 añero posiblemente podría tener.

Sabes, había una caja completamente llena de Caramelos caseros de la Tía Ellen, dos cajas de Manzanas (ésas que son buenas de Farmington), un cajón de naranjas con el sello oficial de la ciudad de Pasadena, y un saco de 50 libras de piñones para mascar mientras yo jugaba con mi TREN ELECTRICO nuevo.

Despues estaban los Caramelos de Navidad. Yo estaba tan ocupado que no me di cuenta de que estaba zampándome dos barras de caramelo al mismo tiempo!

Esta fue la mañana de todas las mañanas. ¡Era Navidad!

La cocina de leña estaba atareada emitiendo aromas que gritaban: "¡El pavo y la guarnición serán servidos a la hora!"

Ornamentos genuinos de cristal soplados a mano procedentes de Alemania brillaban suavemente en las ramas del arbol de Navidad, y el aroma de los piñones tostados junto con el pavo era una completa sinfonía para los sentidos de este joven hombre.

¿Por qué sería justamente esa misma mañana cuando aprendí el verdadero secreto de comer una caña de azúcar clavada dentro de un agujero perforado en una naranja? Te ponías hecho un desastre... Y, ¿quién dijo que no se pueden hacer pequeños túneles con papel de Navidad sobrante, un poco arrugados pero eternamente bonitos? ¡Oh! Tan sólo mira la matrícula de la locomotora eléctrica cuando está atravesando el túnel.

Creo que fue mientras me encontraba a mitad de mi aprendizaje sobre cómo conseguir que mi tren "Lionel" cascara piñones sin descarrilar cuando papá me pidió que abriese la puerta trasera. Yo estaba tan absorbido en la tarea de cascar nueces, que ni siquiera oí que hubieran llamado a nuestra puerta.

Al tiempo que corría hacia la puerta trasera, me apresuraba a abrocharme el cinturón de mi batín totalmente nuevo, justo como el de papá. Yo pensaba que iba bien con mis zapatillas nuevas. Lucía un par de pantalones vaqueros genuinos Levi's y sería un descuido por mi parte si no te dijera que llevaba puestas 2 camisas nuevas y un par de guantes de piel. No estoy seguro si mi anorak para la nieve estaba recto o no, pero envolví mi cuello con una bufanda roja.

Abrí la puerta trasera de golpe, y allí en frente de mí, estaba el Indio más viejo que yo creo haber visto. Su cara estaba arrugada y mojada. Sus manos casi moradas por el frío. Él estaba a la pata coja, con un pie sobre otro, saltando sobre sus pies para librarse del frío.

"Freiz Navad", dijo . Yo no podía responder a algo que no entendía. No tenía ni idea de lo que decía ese hombre ni de lo que quería.

"Freiz Navad", dijo de nuevo, esta vez señalando un viejo y sucio saco de algodón que llevaba consigo... Yo seguía sin poder responder.

Me volví hacia la cocina donde mamá estaba haciendo esas cosas secretas para hacer las cenas de Navidad tan fabulosas. Noté la sorpresa reflejada en su cara cuando ella vió quién estaba en el umbral de la casa.

"Joe, será mejor que hables con ese hombre...", dijo mamá.

Mi padre vino a la puerta trasera. Puso ambas manos sobre mis hombros mientras que, una vez más, oí al viejo decir "¡Freiz Navad!".

Mi padre hablaba suficiente navajo para entenderse. Oí unas cuantas palabras que creía comprender, pero no las suficientes como para saber lo que estaba pasando. Él y mi padre hablaron durante un minuto, más o menos, y después papá se volvió hacia mí y me dijo:

"David, ve, entra en casa y coge una bolsa grande de la tienda. Quiero que la llenes con manzanas, naranjas y algunas libras de piñones. Vamos a ayudar a este anciano. Es de Gamerco. Ha andado las siete millas hasta nuestra ciudad por la nieve para llevar algo de comer a su familia. Dice que toda su familia está enferma y nosotros debemos ayudarle".

"Freiz Navad," dijo de nuevo el anciano a la vez que señalaba su viejo saco.

Creo que fue en ese momento cuando finalmente comprendí lo que estaba pasando. El hombre viejo nos deseaba, de la única forma que sabía, una Feliz Navidad. Estaba pidiendo Comida y Ayuda para su familia.

Corrí de vuelta a la salita y empecé a llenar la bolsa de la tienda con manzanas y naranjas que mi madre me pasaba. Incluso metí un par de esas cañas de azúcar y después un par más. Puse piñones en la bolsa casi hasta cubrir la fruta. Después puse unas cuantas naranjas más para acabar de llenar completamente la bolsa. Mientras volvía vi a mi padre dar al hombre viejo un billete de cinco dólares.

Le pasé al anciano nuestra bolsa de papel y esperé mirando como transvasaba todas las manzanas, naranjas y piñones a su bolsa de algodón. Se le cayó una naranja. Me agaché por la naranja que rodaba al mismo tiempo que lo hacía el hombre viejo. Sus manos cubrieron las mías por unos instantes. Me miró a los ojos y esgrimió una gran y desdentada sonrisa. ¡Oh, cómo brillaban sus ojos oscuros!

Yo me quité de mi cuello mi bufanda roja totalmente nueva y se la enrrollé en el suyo.

Ahora bien , no lo supe en aquel momento pero seguro que mi corazón sabía que acababa de aprender algo muy importante, una lección muy valiosa... una enseñanza que llevaría para siempre conmigo.

Es mucho mucho mejor dar que recibir.

¡¡FREIZ NAVAD!!

LA LEYENDA DE LA ARAÑA DE NAVIDAD de Orly Borges

La Araña de Navidad es una leyenda alemana que se originó ya hace mucho tiempo. Hoy en día precisamente son muchos los alemanes que colocan en su árbol de Navidad una araña brillante.



 

Hubo una vez hace mucho, mucho tiempo, un hogar alemán en el que la madre se encargaba de limpiar la casa para celebrar el día más maravilloso del año.

Era el día en el que nacía Jesús, el día de la Navidad. Ella limpiaba y limpiaba para que no pudiera ser encontrada ni una sola mota de polvo. Incluso limpió esos rincones en donde en muchas ocasiones al hacer mucho tiempo que no se limpia suelen aparecer minúsculas telas de araña. Las pequeñas arañas, viendo sus telas destruidas, huyeron y subieron a algún rincón del ático.

Por fin llegó la víspera del Día de Navidad.

En esa casa colocaron y decoraron con mucho orgullo y alegría el árbol, y la madre se quedó junto a la chimenea, esperando que sus hijos bajaran de sus habitaciones. Sin embargo, las arañas, que habían sido desterradas tras la ardua limpieza de la madre, estaban desesperadas porque no iban a poder estar presentes en la mañana de Navidad. La araña más vieja y sabia sugirió que podían ver la escena a través de una pequeña rendija en el vestíbulo.

Silenciosamente, salieron del ático, bajaron las escaleras y se escondieron en la pequeña grieta que había en el vestíbulo. De repente la puerta se abrió y las arañas asustadas corrieron por toda la habitación. Se escondieron en el árbol de Navidad y se arrastraron de rama en rama, subiendo y bajando, buscando esconderse en las decoraciones más bonitas.

Cuando Santa Claus bajó por la chimenea aquella noche y se acercó al árbol, se dio cuenta con espanto que estaba lleno de arañas. Santa Claus sintió lástima de las pequeñas arañas, porque son criaturas de Dios, sin embargo pensó que la dueña de la casa no pensaría lo mismo que él.

De inmediato, con un toque de magia, golpeó un poco el árbol y convirtió a las arañas en largas tiras brillantes y luminosas.

Desde entonces, en Alemania, todos los años, los abuelos les cuentan a sus nietos la leyenda de las Arañas de Navidad, y colocan con ellos las guirnaldas brillantes de colores en el árbol.

Y cuenta la tradición que siempre hay que incluir una araña en medio de cada decoración.